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Vidas embaladas

El caos de morir como paciente covid sin serlo en una sala de urgencias

Por:

Anderson Pelaez Castro

Maria José Salazar Ramirez

Alexandra Villa Tellez


Armenia, noviembre de 2020.


Mientras el Quindío se acercaba a las 450 muertes registradas por el Covid-19, algunas personas del departamento manifestaban que sus familiares habían sido reportados como positivos para covid a la hora de morir, sin ser esto cierto.


El mismo Ministerio de Salud lo proclamó: "En los servicios de salud que están sobrecargados por la respuesta pandémica, es posible que algunas muertes que no son causadas directamente por COVID-19, sino por causas complejas frecuentes en los decesos de personas con comorbilidades de base, se puedan atribuir indirectamente al COVID-19". Así, personas con síntomas del Covid fueron categorizados con esta enfermedad. Pero una cosa es leerlo y otra es vivirlo en carne propia.


Incluso, si antes de entrar a la sala Covid la persona no tenía la enfermedad, al ingresar a ella solo hay un camino de ida. "Las demora en las pruebas no tiene efecto sobre las muertes, porque el manejo clínico del covid-19 es por sintomatología", explica Andrés Villamizar, coordinador de la estrategia de rastreo del gobierno, PRASS. Es decir, que la gente que tenía la desgracia de tener enfermedades que compartían síntomas con los asociados al virus, quedaban penando por ello.


Un factor que hay que tener en cuenta es que en Latinoamérica el 70% de las personas cancelaron o aplazaron sus servicios de atención médica, según un sondeo realizado por Ipsos a cinco países latinoamericanos, incluido Colombia. Esto generó que los servicios de salud en clínicas y hospitales fueran más tardíos y que las personas esperaran hasta última instancia para acudir a dichas instituciones, lo que significa que llegan con serias complicaciones de salud. Fueron tantas las muertes registradas por Covid-19, que según el Dane, en el segundo trimestre del 2020, tanto para mujeres como para hombres, llegó a ser la segunda causa de muerte en el país.


Una de esas muertes catalogadas como Covid en Armenia y que no lo era, fue Maria Gladys Castro Gonzalez. Su familiar, Gloria Inés Castro Gonzalez, vivió uno de los días más difíciles de su vida cuando su hermana murió en la Clínica Central y le dijeron que aunque no tuviera Covid-19 la iban a reportar como si fuera positiva, porque esos eran los protocolos de la clínica y el Gobierno. La señora María, con 69 años de edad, padecía de una larga lista de enfermedades: diabetes, hipertensión, infección urinaria crónica, fibrosis pulmonar (EPOC), entre otras. Contaba con el servicio de Emi, que es una compañía de salud con servicios médicos a domicilio, quienes la estuvieron atendiendo repetidamente durante el mes de octubre por el comienzo de una fuerte infección urinaria. Ella solo compartía la casa con su sobrino y la empleada doméstica, ambos con buen estado de salud pero con comorbilidades.


El 31 de octubre, Maria Gladys, comenzó a presentar problemas respiratorios en las horas de la noche y a pesar del uso de inhaladores, no presentó mejoría. Decidió llamar a Emi, quienes llegaron en ambulancia, le hicieron un electrocardiograma y le tomaron la saturación de oxígeno. Descubrieron que tenía taquicardia y además, su saturación de oxígeno estaba en 80%, es por esto que decidieron llevarla por urgencias a la Clínica Central en compañía de su sobrino. Allí, él discute con algunas enfermeras y doctores porque no estaba de acuerdo con que la fueran a entrar a sala covid sin ningún tipo de prueba, pues la que ellos realizaban ahí la entregaban cinco días después, tiempo suficiente para contagiarse. Él entendía que permitir que eso pasara, era prácticamente una despedida. Pero al final, no pudo hacer nada y María eligió dejar su vida en manos de su dios, sin saber que esa madrugada se la llevaría.

Como seres humanos, entender este tipo de situaciones es difícil, el trato se vuelve frívolo e indolente, pero al parecer, así es como los expertos en el tema piensan que debe ser, porque para ellos nada debe impedir el correcto rastreo, ni siquiera una prueba demorada. Por esto, lo que hacen es entrarlos a las salas covid dejándolos a su suerte. Según BBC, los expertos coinciden en que una prueba demorada es un desperdicio, pero añaden que la contención de la pandemia no puede depender de las mismas, entre otras cosas porque el rezago de datos es inevitable y porque en términos epidemiológicos un retraso minoritario de las pruebas, tan grande como el margen de error esperable, no debería impedir un rastreo eficiente.


A las 5:10 de la mañana, la mujer de 69 años murió de un paro cardiorrespiratorio, una muerte tan repentina que dejó a todos sus familiares en shock, pero en especial a su hermana. A ella le tocó ir por el cuerpo, esperar a que la doctora de turno (que ya había salido) firmara el acta de defunción. Mientras esperaba, habló con dos enfermeros que la dejaron con rabia y frustración. La primera enfermera le dijo que lo sentía mucho pero que su hermana había sido “muy de malas” porque se les habían dañado todos los aparatos para hacerle los exámenes. En la historia clínica nunca se habló de eso, pero sí aparecen como pendientes. Y luego, el segundo enfermero, le dijo que también lo sentía mucho, pero que aunque la prueba le saliera negativa a la señora, ella ya quedaba como paciente covid porque esos eran los protocolos.


La mala atención médica no solo le ha tocado a Gloria Inés y a Maria Gladys sino a muchas personas en Colombia, pues la lucha por una asistencia eficiente, en varias ocasiones, ha terminado en los juzgados. Cada 34 segundos, un colombiano pone una demanda ante la Corte Constitucional por una vulneración del derecho a la salud, según la Defensoría del Pueblo. En el 2019, se presentaron más de 210.000 tutelas, el 79% de ellas fueron favorables para el demandante y el 83% involucraron a una EPS.


Gloria quedó devastada, le arrebataron a su hermana y le negaron darle la santa sepultura católica, a pesar de saber que su hermana no tenía el virus, hecho que sería confirmado cinco días después cuando salieron las dos pruebas, cuando entró a la sala de urgencias y cuando murió, negativas. Sin embargo, una de las dudas que ella no ha podido resolver, es que las horas de la toma de las muestras que aparecen en el papel, no corresponden con las hora a las que ella murió. Pareciese que ambas pruebas se las hicieron después de morir, otra cosa más para poner en duda la reputación de la clínica.


Según la entrevista realizada por BBC a Andrés Villamizar, coordinador de la estrategia de rastreo del gobierno, PRASS, afirma que “hay muchos positivos asintomáticos y muchos enfermos críticos a los que no se les hace prueba (…) El problema es que los retrasos pueden afectar el rastreo, porque es muy difícil que la gente se aísle sin la prueba. La demora genera angustia y limita la contención". La tardanza en la gestión en el sistema de salud colombiano durante la pandemia ha demostrado que está bastante fragmentado, ya que a pesar de que el 95% de la población tenga acceso al sistema de salud, según BBC, en términos de calidad y eficiencia están bastante regulares.


Las familias, desconsoladas por la muerte de sus familiares, han cometido actos desesperados. Esto lo cuenta una familiar de Pedro León, de 89 años, quien tenía una preexistencia: EPOC. La primera vez que lo llevaron al hospital, a causa de un preinfarto, le hicieron la prueba del coronavirus. Se tardaron 8 días en entregar el resultado y fue negativo. Después de esto lo mandaron para su casa y con ayuda de sus hijos sobrevivió un poco más. A los 3 días amaneció con tos, lo llevaron a la Clínica Central donde solo le esperaba una cosa: la sala covid. Eso sucedió a las 8 de la mañana y a las 11 le informaron a su familia que había muerto por coronavirus. Su hijo le reclamó al médico que les dio esta noticia, ya que tenía la prueba negativa que le habían realizado hace 11 días. A las tres de la tarde iban a llevarlo al cementerio en lo alto del río de Calarcá (La Ofrenda) para cremarlo, porque esos eran los protocolos. Su hijo reclamó por él, quería que le entregaran su cuerpo.


Estas situaciones impiden un rastreo eficiente del virus, reportando casos positivos cuando en realidad son negativos. De hecho, en una entrevista que BBC le hizo al Procurador Fernando Carrillo, afirma que no se están vigilando de una forma oportuna a las EPS, haciendo que estas comentan algunos errores como la mezcla de rótulos en las muestras o la demora de más de 50.000 pruebas. A pesar de esto, de acuerdo a las cifras del Worldometer, que reúne datos de todo el mundo, Colombia y Chile son los dos países que más pruebas realizan en la región.


La familia de Pedro esperó en la salida de la clínica y apenas vieron salir su cuerpo, se tiraron encima de él. Al destaparlo, encontraron que tenía todos los tubos que habían utilizado para internarlo, pues era parte del protocolo cremarlo con todo lo que se usó en el paciente. Y después de muchas discusiones con el personal del hospital, a las malas, les entregaron el cuerpo de Pedro León. Fueron tantas las discusiones y el enojo de su familia que incluso una de sus hermanas le pegó una cachetada a una enfermera. Lograron, con todo esto, velarlo durante dos días en la funeraria La Ofrenda, con prueba negativa en mano.


Enfrentar la pérdida de un ser querido y no poder hacer los rituales fúnebres en medio de esta pandemia, puede traer complicaciones psicológicas a las personas. Según la revista de la Universidad Industrial de Santander, Salud UIS, los dolientes pueden estar expuestos a dos factores de riesgo. El primero es un duelo complicado, que es cuando la persona se atasca en una de las etapas del duelo, impidiendo la regulación emocional y aumentando la probabilidades de sufrir cuadros clínicos de depresión, trastorno de pánico e incluso brotes psicóticos. El segundo es la falta o limitación del apoyo social, que conlleva a sufrir el dolor en soledad, limitando las posibilidades de reconocer la realidad de la muerte.


Es preciso señalar que una parte de las muertes informadas en el RUAF-ND (Registro Único de Afiliados - Nacimientos y Defunciones) como sospechosas de covid-19 son investigadas por la autopsia verbal. Esto fue propuesto por el Ministerio de Salud y Protección Social por medio de las Resoluciones 767 y 992 de 2020. Con la información que se recopila a través de la autopsia verbal se analiza y verifica si la defunción fue causa directa del covid-19. Después de esto la muerte se reclasifica, en caso de ser necesario.


Claudia Romero Castro, sobrina de Maria Gladys Castro, estaba desmoronada ese 1 de noviembre, pues también perdió a su abuela paterna ese día. Aunque las condiciones fueron diferentes, terminó de la misma manera, embalada en una morgue para ir directo al horno. La señora Rosalba Garcés de Romero era hipertensa, diabética, tenía una infección urinaria crónica, entre otros padecimientos. Presentaba dolor abdominal y diarrea cuando la llevaron por urgencias al Hospital San Juan de Dios. Ella, como muchos ciudadanos, no sabía que por los procedimientos que manejaba el Ministerio, la entrarían en sala covid por sospecha. Allí dentro, es contagiada del virus unos días después y muere de un paro respiratorio. A su nieta, Claudia, solo le quedan las lágrimas para confrontarse. Entra entonces en duda la eficacia de tales métodos usados por MinSalud, que parece no resguardar la vida de todos.


Las fuentes oficiales evaden preguntas y no conceden entrevistas durante esta época tan complicada para todos. Los datos disponibles son los consignados en los medios de comunicación o el Ministerio de Salud y se limitan a esa información. Preguntas incómodas como "¿Por qué no se implementan aunque sea pruebas rápidas antes de ingresar a salas covid?" quedaron en eso: incógnitas.


Según la entrevista realizada a Adriana Giraldo, Jefe de prensa del Gobernador del Quindío, asegura que solo conoce dos denuncias sobre casos de algunas personas que afirman que su familiar no tuvo COVID-19 a la hora de morir a través de medios de comunicación. Además, no conoce si hay algún margen de error, pues según la cifras oficiales el 24 de noviembre, en el Quindío se registraron 9 fallecidos, 165 casos nuevos y 40.000 muestras. De acuerdo con Adriana, debido a que el departamento del Quindío fue uno de los últimos en llegar el virus, no se sabe a cuántos casos se espera llegar, pues apenas van en la primera ola.


Armenia sumó el 27 de noviembre de 2020, 114 contagios y 4 muertes, dando un total de más de 14000 casos positivos y 439 decesos a nivel departamental.


Los testimonios de los dolientes que se abordan en este reportaje se recogieron en un solo barrio de Armenia, Arco iris. Surge la pregunta de: si solamente en este lugar ya encontramos varias familias afectadas y dolidas, ¿Cuántas habrá en el resto de la ciudad o en el resto del país? Aunque se entiende que estamos enfrentando algo sin precedentes, tenemos que hacer lo posible para que no nos invada también una pandemia de inhumanidad.


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