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¿Y la enseñanza en la docencia?

  • Foto del escritor: Laboratorio Narrativo
    Laboratorio Narrativo
  • 20 mar 2024
  • 3 Min. de lectura
Una columna de opinión escrita por: Kevin Osorio
Desde muy pequeño he sentido una admiración inmensa por la labor del docente. De ninguna forma podría negar el esfuerzo y la paciencia que caracterizan el trabajo de los profes, pero ahora que esta ocupación se convierte en una parte importante de mi proyecto de vida, he reconsiderado la verdadera importancia que representa socialmente. 

Me gustaría dirigirme a los profes en estas líneas. Quiero empezar diciendo que, sin duda, es la profesión que más se relaciona con la medicina. Si se pregunta a qué me refiero, es muy sencillo: la vocación lo es todo para el profesional de la salud; como debería serlo también para el docente. Con esto no quiero insinuar que el profesor, en general, carece de vocación o amor por su oficio; pero con mi trayectoria como estudiante puedo afirmar que, en muchas ocasiones, el concepto de enseñanza se ha limitado simplemente a la transferencia de conocimientos académicos. 

Desde la primaria hasta los espacios universitarios se nos ha dicho, e insistido,  que las instituciones son nuestro segundo hogar; pero yo difiero, porque me atrevería a decir que los templos del saber deberían ser, más que un segundo refugio, el principal espacio de desarrollo social, convirtiéndonos en seres sociales y relacionándonos con individuos externos a nuestro núcleo familiar; diferentes a nuestros progenitores. Si bien nuestros padres o mayores nos inculcan ciertos principios y bases sociales, es en un espacio de interacción con desconocidos donde aprendemos a actuar, comportarnos y reaccionar. 

Todo lo anterior pareciera otorgarle una responsabilidad paternal al docente y de alguna forma es así. Es decir, no podemos negar que el entorno familiar también influye directamente sobre el comportamiento del estudiante y próximo ciudadano, pero en relación, me atrevería a decir que es cerca de 50%. Si quiere, dígame usted cuántas horas comparte con su hijo y cuántas pasa el niño en su jardín o escuela. 

Aquí me parece importante resaltar dos aspectos que en ningún momento pretendo pasar por alto. En primera instancia, no se puede negar el desinterés de un alto porcentaje del estudiantado por las clases impartidas. Esto rompe el proceso de comunicación horizontal, pues mientras el docente puede estar desarrollando un tema o compartiendo sus experiencias, el estudiante simplemente piensa en la hora de finalización de la clase. En resumen, la falta de interés limita la interacción social y deja en la mesa solo la responsabilidad laboral. 

Por otra parte, es imperativo tener en cuenta que la educación por correspondencia, las plataformas virtuales como Moodle y, en este momento, el auge de las inteligencias artificiales le permiten a cualquier individuo adquirir conocimientos de una manera focalizada, específica y organizada. Esto quiere decir que si la educación solo fuera la labor de intercambiar conocimientos, la interacción humana se estaría quedando obsoleta.  

Es por eso que solicito imperativamente que se resalte la responsabilidad social en los procesos de enseñanza y no se limiten simplemente al intercambio de conocimientos académicos, de los cuales no puedo negar su importancia. Soy la persona de hoy gracias a Francisco, Luz Marina, Lina, Pedro Pablo, Luz Amparo y Mauricio. Imagínese lo agradecido que estoy con todos ellos y es por ellos que no quiero dejar de lado la vocación por enseñar; porque enseñar no solo corrige, sino que salva vidas. ¿Profe, alguna vez ha pensado, aparte de sumas, puntuación, fórmulas o historias, qué más les ha enseñado a sus educandos? 

Muchacho, muchacha, ahora le pregunto a usted, ¿alguna vez se ha puesto en los zapatos del profe o simplemente va a sus aulas a existir, calentar la silla y alienarse con los conocimientos que propone nuestro sistema educativo? 

En un país como Colombia, donde las necesidades no son solo económicas, sino también sociales, comunicativas y éticas, lo último que necesitamos es saber multiplicar o poner una coma. Necesitamos ciudadanos críticos, empáticos e íntegros; porque solo así vamos a conseguir profesionales éticos y comprometidos con su labor, en la cual siempre recaerá una responsabilidad social y humana. 

¿Su sueño es cambiar el mundo? Lo invito a cambiar la vida de solo una persona desde la enseñanza y le aseguro que en un futuro esa persona terminará cambiando la vida de dos más, convirtiendo la docencia en un proceso de cambio exponencial. El colegio no es simplemente para aprender a diferenciar el barroco del posmodernismo, sino también de aprender a reaccionar ante un error, aprender a discutir desde el respeto y así construir una sociedad que no solo sepa “leer y escribir” sino también a ser crítica y empática. 

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