Hoy -si mis cálculos no me fallan- es 8 de abril, estoy como todos los días en el cuarto y siento que el día estuvo más oscuro de lo usual, si tal vez pudiera ver el cielo podría confirmarlo. No he tenido tanto apetito como de costumbre, pero él me dice que debo comer bien porque no quiere que me enferme, la verdad, él me hace sentir que si hay alguien en este mundo a quien le importo, todos los días le trato de agradecer por haberme alejado de mi familia, aunque al comienzo temí por mi vida, ahora sé que lo hizo por mi bien.
Escucho como abren la puerta principal, me paro del colchón y me coloco en modo alerta, escucho como suben las escaleras, después quitan el seguro de la puerta y entra a la habitación, sentí miedo, pero cuando vi la cara de él me calmé, se me acercó y me preguntó que cómo estaba y si había comido, yo le dije que sí para evitar que se colocara bravo.
-Ya es tarde, deberías estar durmiendo –Me dijo en tono mandón.
-Es que me sentía muy sola y estaba esperando a que llegaras.
-¿Y esperas que me quede a dormir contigo? –Dijo lo más sarcástico que pudo- Yo de ti lo pensaría mejor.
-La verdad si quiero que te quedes -Trate de convencerlo- Solo por hoy.
El me miró como si estuviera loca, pero después dijo que se iba a quedar sentado al lado del colchón mientras me dormía y la verdad no pude sentirme más feliz; mientras lo acomodaba, él estaba cambiándose, me puse a detallarlo tanto que me di cuenta que estaba untado de sangre y me alarmé.
-¿Estás lastimado? –Me atreví a preguntarle.
-Tranquila la sangre no es mía –Guiño el ojo sonriendo.
Esos actos me enamoran y no puedo evitarlo. Se sentó en la silla y yo me acosté, le di la espalda un rato y me puse a pensar, sé que vendrán pronto por mí, aunque no quiera, no sé qué me ha hecho, pero me siento atada a él.
Caí en un profundo sueño hasta que escuché unas sirenas, él vino corriendo hacia mí y me levantó, me dijo que no me despegara de él y claro que no lo iba hacer, salimos del cuarto -fue mi primera vez después de no sé cuánto tiempo- y bajamos las escaleras, al llegar a la sala, el miró por la ventana.
-Vamos a salir por la ventana de la cocina -Dice tratando de tomar las cosas con calma.
-Pero, ¿Qué es lo que está pasando? -Le pregunto desorientada.
-Solo te digo que te quieren salvar.
-¿Salvar? ¿De qué o quién? –Digo pensativa- No entiendo nada.
-No tienes por qué entenderlo -Dijo en tono serio- Mejor vámonos rápido.
Me tomó de la mano y me guió hasta la cocina, saltó a la mesa y se salió por la ventana, luego me dice que salte y me tiende la mano para poder salir sin caerme, cuando pongo mis pies en el suelo mis ojos no aguantaron tanta luz, escuché un grito.
-¡ALTO AHÍ! –Gritó uno de los tantos policías- ¡NO SE MUEVAN!
Miré con angustia al hombre que tenía a mi lado, y noté su rostro impasible.
-Si caigo yo, tu caes conmigo –Me dijo tomándome la mano.
-Chica ven aquí –Me dijo el policía que había gritado- Aléjate de él.
Yo no sabía qué hacer, no me quería apartar de su lado; cuando menos pensamos dos policías llegaron por atrás de nosotros y lo tumbaron sin compasión alguna, yo quedé impresionada, mi cuerpo no reaccionaba, miré para todos lados y solo escuchaba gritos de los policías diciéndome ¡VEN AQUÍ! ¡CORRE! Pero yo solo lo miraba a él, tenía miedo de que lo lastimaran así que lo único que se me ocurrió fue tomar el arma que se le había caído cuando lo tumbaron, no tengo idea de como, pero la cargué.
-¡SUELTA ESO! –Me gritó el policía que estaba encima de él- ¡DÉJALA EN EL SUELO!
-¡NO! –Dije firme- Sueltenlo y deja el arma.
-¡QUE LA SUELTES TE DIJE! –Ordenó otra vez el policía.
Yo solo lo miré, estaba tirado en el suelo y asintió con la cabeza, le obedecí, coloque el arma en mi sien, sin temor alguno.
- ¡SUÉLTENLO! –Volví a gritar- Suéltenlo o se arrepentirán.
Ellos me miraron como si estuviera loca, como alguien que no sabe lo que está a punto de hacer; lentamente se me fue acercando un policía y yo di un paso para atrás.
-No te me acerques –Le ordené.
-Tu familia te está esperando –Me dijo tranquilamente- Suelta eso y vamos.
-¡NO! –Le grité- Ni loca yo vuelvo con ellos.
-Es lo mejor para ti, vamos –Dijo acercándose.
-¡QUÉ NO QUIERO VOLVER CON ELLOS NO ENTIENDEN, YO QUIERO ES ESTAR CON ÉL! –Les grité ya harta.
-Tranquila –Me dijo.
-Déjenos en paz o disparo.
El policía se fue acercando, lo volví a mirar, me sonrió y yo le devolví la sonrisa, no lo pensé más, moví mis labios diciéndole te amo, cerré mis ojos y en ese instante me imaginé a su lado, siendo felices, sabía que él no podía vivir sin mí y yo sin él, así que le apunté con el arma y le disparé sin pensarlo, después la puse en mi cabeza y disparé.
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María José Díaz Farfán
Redacción I
Comunicación Social - Periodismo
Universidad del Quindío
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